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La paradoja de Baudelaire
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La paradoja de Baudelaire
Existe una paradoja en Charles Pierre Baudelaire, más precisamente en su Himno a la Belleza. En realidad, más que una paradoja es una muestra de lo enorme que fue este personaje. Lo curioso consiste en la visión que Baudelaire tenía sobre la belleza; ideal que no se expresa sólo con la lectura de su Himno, sino a través de sus relaciones amorosas, particularmente con “La Bizca”. Nos explicamos:
Cualquiera que haya leído a Baudelaire, ya no podrá abandonarlo, se convierte en un hábito nutritivo, en un amigo al que siempre podemos recurrir. En mi caso, primero leí su Himno a la belleza, y luego, leyendo una de las típicas y abstrusas biografías que nada aportan, descubrí su extraña relación con la Bizca.
Al principio me costó combinar las dos personalidades del poeta, pero luego comprendí que no se excluyen, sino todo lo contrario. Es perfectamente posible, acaso inevitable, que quien cante a la belleza, la perciba de un modo tan universal como personal. Así, la percepción de lo bello deja de ser subjetiva, y se convierte en algo que trasciende a los sentidos.
Que la difruten.
Himno a la Belleza.
¿Vienes del hondo cielo, o surges del abismo
Oh Belleza? Tu mirar, infernal y divino
Vierte confusamente crimen y beneficio
Y se te puede por eso comparar al vino
En tu ojo contienes el poniente y la aurora;
Respandeces perfumes como noche de procelo
Tus besos son un filtro y tu boca una ánfora
Que al héroe vuelve blando y al niño resuelto.
¿Surges de la sima negra o bajas de los astros?
El Destino encantado cual can sigue tus enaguas
Siembras al azar la alegría y el descalabro
Y gobiernas todo y no respondes de nada.
Marchas sobre los muertos, Belleza, de los que ríes
De tus joyas el Horror no es el de menor encanto,
Y el Asesinato, entre tus más caros dijes,
Sobre tu vientre orgulloso baila apasionado.
La efímera encandilada vuela a ti, tambalea,
Crepita, arde y dice: bendigamos esta antorcha!
El enamorado jadeante sobre su pareja
parece un moribundo acariciando su fosa.
¿Que vengas del cielo o del infierno, que importa
¡Oh Belleza! ¡Monstruo enorme, horrible, incauto!
Si tu ojo, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta
De un Infinito que amo y que no he visitado?
¿De Satán o de Dios, que importa? Ángel o Sirena,
¿Que importa, si vuelves – hada de ojos de terciopelo
Ritmo, perfume, resplandor – ¡Oh mi única reina!
Al universo menos repugnante y a los instantes mas ligeros?
Charles Pierre Baudelaire
Cualquiera que haya leído a Baudelaire, ya no podrá abandonarlo, se convierte en un hábito nutritivo, en un amigo al que siempre podemos recurrir. En mi caso, primero leí su Himno a la belleza, y luego, leyendo una de las típicas y abstrusas biografías que nada aportan, descubrí su extraña relación con la Bizca.
Al principio me costó combinar las dos personalidades del poeta, pero luego comprendí que no se excluyen, sino todo lo contrario. Es perfectamente posible, acaso inevitable, que quien cante a la belleza, la perciba de un modo tan universal como personal. Así, la percepción de lo bello deja de ser subjetiva, y se convierte en algo que trasciende a los sentidos.
Que la difruten.
Himno a la Belleza.
¿Vienes del hondo cielo, o surges del abismo
Oh Belleza? Tu mirar, infernal y divino
Vierte confusamente crimen y beneficio
Y se te puede por eso comparar al vino
En tu ojo contienes el poniente y la aurora;
Respandeces perfumes como noche de procelo
Tus besos son un filtro y tu boca una ánfora
Que al héroe vuelve blando y al niño resuelto.
¿Surges de la sima negra o bajas de los astros?
El Destino encantado cual can sigue tus enaguas
Siembras al azar la alegría y el descalabro
Y gobiernas todo y no respondes de nada.
Marchas sobre los muertos, Belleza, de los que ríes
De tus joyas el Horror no es el de menor encanto,
Y el Asesinato, entre tus más caros dijes,
Sobre tu vientre orgulloso baila apasionado.
La efímera encandilada vuela a ti, tambalea,
Crepita, arde y dice: bendigamos esta antorcha!
El enamorado jadeante sobre su pareja
parece un moribundo acariciando su fosa.
¿Que vengas del cielo o del infierno, que importa
¡Oh Belleza! ¡Monstruo enorme, horrible, incauto!
Si tu ojo, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta
De un Infinito que amo y que no he visitado?
¿De Satán o de Dios, que importa? Ángel o Sirena,
¿Que importa, si vuelves – hada de ojos de terciopelo
Ritmo, perfume, resplandor – ¡Oh mi única reina!
Al universo menos repugnante y a los instantes mas ligeros?
Charles Pierre Baudelaire
Invitado- Invitado
Re: La paradoja de Baudelaire
"La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza." dijo el frances Baudelaire.
Muy buen gusto literario el suyo.
Muy buen gusto literario el suyo.
Yagoth- † Super Posteador †
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